El Precio del Don
A medida que Isabella crecía, su don se volvía más complejo y a veces difícil de manejar. Veía eventos felices, pero también tragedias que pesaban en su corazón. La carga emocional de conocer el futuro, tanto bueno como malo, comenzó a afectarla. No siempre podía compartir las noticias desafortunadas, lo que la atormentaba en silencio.
En una ocasión, Isabella vio un incendio que consumiría la tienda de un comerciante querido en el pueblo. A pesar de sus esfuerzos por advertirlo, el comerciante no creyó en el peligro inminente. El fuego ocurrió como Isabella lo había predicho, y la niña se sintió impotente ante la realidad de su don y las limitaciones de cambiar el curso del destino.
El Misterioso Visitante
Un día, un forastero llegó al pueblo, atrído por la fama de Isabella. Era un anciano sabio con ojos claros que parecían contener la profundidad de los tiempos. Se acercó a Isabella y le habló de un antiguo artefacto que podría ayudarla a comprender y controlar mejor su don. Intrigada, Isabella siguió al anciano a través de un bosque cercano, donde descubriría más sobre su propio destino.
Cuando llegaron al final del bosque, vieron una antigua estructura de piedra que se encontraba en ruinas. El anciano le dijo a Isabella que allí encontraría el artefacto mágico que buscaba. Cuando Isabella entró, se quedó impresionada por lo que vio: un enorme cristal verde con forma de corazón colgado sobre un pedestal.